viernes, 13 de abril de 2012

La ciudad de los sueños, Antonio Orozco.


Y entonces me descubrí mirándome. Allí estaba yo, en pie, justo en frente del espejo donde siempre te imaginaba.
Entonces tus formas tenían sentido perfecto, al compás que marcaba el movimiento de los velos que cubrían las ventanas. Como parte de un plan astutamente preparado, te imaginaba siempre con la cantidad justa de luz, la suficiente como para que yo, cual director de fotografiá, pudiese componer el resto.
Me descubrí mirándome y puse el empeño suficiente para descubrirme al detalle. Durante unos minutos centre toda la atención en mis ojos, grandes, de tonos melosos, y fue entonces cuando por primera vez te descubrí en mi. Allí estabas tu, en cada movimiento en cada parpadeo. Sorprendido decidí continuar con la “auto-exploración” y en cada uno de los pasajes de mi cuerpo pude descubrite, en algunos mas escondida que en otros, pero en casi todos estabas bien presente.
¿Por qué esta sucediendo?
¿Por qué prácticamente tú y yo formábamos un solo elemento?¿Un solo ser?
Quizás te había idealizado tanto que “de a poquito” me fui componiendo contigo hasta descubrir que yo estaba completamente hecho de pedacitos de ti

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